Pasión turca Mara Sastre

Con P de Palencia. Por Marta Sastre Barrionuevo (Periodista / Piloto)

Hace un par de años mi buen amigo Marc vino a Londres por cuestiones laborales. La fortuna hizo que le pusieran un hotel a 20 minutos escasos de nuestra casa.
En uno de esos poquitos ratos libres que tenía aquella semana, me pidió que llevara a los perros y fuésemos a dar un paseo por Richmond Park y ponernos al día. Richmond es un parque enorme por el que puedes caminar horas e incluso días y no te da tiempo a verlo entero. Hay ciervos por todas partes y los árboles son un espectáculo digno de ver.
Los perros (un Jack Russel y un pastor alemán) estaban disfrutando como locos de la caminata, cuando de repente aparece de la nada otro perro aún más grande que el pastor alemán (Mylo) y empiezan a jugar y abrazarse como si fueran familia. La verdad es que fue un ritual precioso, nunca había visto a Mylo comportarse de esa manera. Era como si tuvieran una conexión muy especial por algún motivo que se nos escapaba.
Estábamos tan concentrados en observarlos que ni nos percatamos de la presencia de la dueña, hasta que Marc me despertó de mi pequeña ensoñación.
“Marta, hay una chica mirándonos, debe ser la propietaria”. Era una chica joven, con un aspecto muy deportivo y con unos rasgos muy bonitos. Una belleza natural que resultaba aún más atractiva cuando empezaba a hablar. Tenía un acento suizo, que unido a un tono de voz muy suave, era un deleite para los oídos.
Alcé la mirada para encontrar la de mi amigo de muchos años de confidencias y esbocé una sonrisa porque ambos sabíamos lo que me estaba suplicando mentalmente, un número de teléfono al cual dirigirse cuando nuestros caminos se separaran de nuevo de esa inesperada transeúnte.
La sola idea de hacerlo me hacía sonrojar. ¿Cómo se lo iba a plantear a esa chica tan educada? pero por otro lado pensaba que era una buena manera de animar a mi colega de profesión en unos momentos en su vida en los que se encontraba un poco solo.
En ese mismo instante, Anouk me dijo que sería bueno volver a vernos y que me daba su Instagram para mantener el contacto. Me pareció un poco extraño que me ofreciera su Instagram en lugar de su teléfono pero estaba tan contenta por el mal trago que me había quitado de encima, que no le di más vueltas al asunto.
Bicheando su Instagram la veíamos en un jardín enorme paseando con caballos y un montón de animales. Marc me decía que esa debía ser su profesión, pero a mí había algo que no me cuadraba. La verdad es que me olvidé del asunto durante muchos meses hasta hace unos días. Inesperadamente, nuestra misteriosa nueva conocida publicó un post que hizo saltar todas las alarmas.
Era un cuento infantil sobre la vida en su casa con los animales, escrito por ella. Los beneficios de ese libro iban para una ONG.
En ese momento se me ocurrió buscar su nombre en Internet y mi sorpresa fue mayúscula.
“Foto de la millonaria boda del hijo de Mick Jagger y la socialité suiza Anouk en la mansión de Rupert Murdoch”. En ese momento entendí porqué aquella estupenda mujer no podía darnos su teléfono y admiré más que nunca su sencillez. Eso sí, ni qué decir tiene lo que me he reído de mi amigo después de esto. El pobrecito había soñado durante un instante en quitarle la mujer al hijo del cantante de los Rolling Stone.
Con P de prudencia, porque gracias a ella no hicimos el ridículo más absoluto. Que tengan ustedes un maravilloso mes de marzo.

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