Editorial de Sergio Lozano (febrero 2023)

Pudiera ser que a algunos de los que me estáis leyendo os haya pasado algo similar. Voy a compartir con vosotros un sentimiento que a mí, personalmente, me está ayudando a conseguir mucha paz interior, y creedme que se vive mucho mejor cuando consigues reducir al mínimo el resentimiento y las disputas.

¿Por qué os cuento esto? Comencé el nuevo año haciendo un balance de las personas que me importan y han significado o aportado mucho a lo largo de mi vida. Pues bien, de esas personas importantes había algunas con las que llevaba demasiado tiempo sin relación, sin compartir momentos ni vivencias, ni siquiera hablarnos o saludarnos, por culpa de algo que me hicieron en su día y me dolió, en muchos casos una tontería,  un mal entendido y que, a veces, por no ceder ninguno de los dos, o por nuestro estúpido orgullo, hizo que nos distanciáramos cada vez más, hasta tal punto de no hablarnos.

Suele ocurrir, que cuando alguien es muy cercano e importante para ti y te hace algo que te molesta, se tiende a magnificar más de la cuenta por el simple hecho de que te duele enormemente más por las altas expectativas y confianza que tienes depositadas en esa persona. Y en cambio si eso mismo te lo hace cualquier otro no le darías apenas importancia. Es entonces cuando si ese enfado se enquista por no aclararse, por nuestro ego o por el desconocimiento, nos puede hacer romper un vínculo valioso y difícil de conseguir entre amigos.

En la vida tendremos cientos de conocidos, incluso hasta varios miles en función del trabajo que desempeñemos, pero que realmente estén a nuestro lado en los malos momentos se cuentan con los dedos de las manos. Por ello debemos luchar, para no perderlos a pesar de los roces, discrepancias y avatares del día a día. 

Con el tiempo uno se da cuenta de lo inmensamente corta que es la vida y de que los momentos perdidos difícilmente se recuperan, por tanto, hice la sana reflexión de perdonar a todas aquellas personas que merecen realmente la pena y que me hicieron algo que me defraudó y provocó nuestro distanciamiento.

Pues bien poco a poco he ido hablando con ellos/as y la experiencia está siendo francamente gratificante.

El poder sincerarte con alguien que te importa y hablar con él o ella y aclarar todo, e incluso sentando unas nuevas bases sólidas para una nueva amistad, está resultando lo más positivo que he vivido en los últimos años. Sentirme bien conmigo mismo, recuperando personas que merecen todo mi perdón, respeto y comprensión, os aseguro que es muy, pero que muy recomendable.

El tiempo me ha demostrado que ninguno tenemos la verdad absoluta y todo hecho tiene muchos puntos de vista y enfoques. He aprendido la importancia de saber perdonar y ceder y, sobre todo, de asumir nuestros errores (que suelen ser muchos más de los que pensamos).  Siempre intento tratar a las personas del mismo modo en el que a mí me gustaría que me tratasen, ponerme en el lugar del otro y pensar en lo que él va a sentir.

Otra cosa que me ha enseñado la vida es a huir de la gente tóxica y dañina que te anula como ser, a separarme de las malas personas, que las hay, pero sí a perdonar y comprender a las buenas personas que aportan sentido a este loco mundo.

En fin ¡¡¡que podamos perdonarnos muchas veces amigos!!!