Desde el ámbito de la Nutrición resuelven dudas y explican los riesgos y beneficios en relación a su consumo
David Herrero / ICAL
“Actualmente está muy de moda eliminar la lactosa de la alimentación y eso puede ser contraproducente, ya que se están dando numerosos casos en los que su retirada total durante periodos largos de tiempo ha provocado una intolerancia a la lactosa”, afirma la nutricionista Noelia Pedrosa, quien añade a la Agencia Ical que si una persona deja de consumir lactosa en su alimentación, el intestino delgado no fabricará la lactasa (enzima necesaria para digerir la lactosa), al pasar esta lactosa al intestino grueso donde es fermentada por las bacterias del colon, lo que “provoca gases y diarreas”.
Explica que la lactosa es un tipo de hidrato de carbono simple (disacárido) formado por la unión de glucosa y galactosa, por lo que se le conoce como el azúcar de los lácteos, el cual está presente de manera natural en los lácteos, forma parte de la matriz del alimento.
La lactosa tiene una “función energética y tiene un efecto beneficioso en la absorción intestinal del calcio, cobre y zinc, sobre todo durante la etapa de la lactancia”, donde la galactosa que compone la lactosa “desempeña funciones biológicas en procesos neuronales e inmunitarios”. Asegura que la lactosa “no es beneficiosa ni perjudicial, siempre y cuando no se tenga ninguna sintomatología asociada a su consumo”.
Déficit de nutrientes
En el caso del gluten, apunta que la tendencia de ser eliminado sin tener una patología diagnosticada “no es perjudicial para la salud como ocurre con la lactosa”, pero si la alimentación “no está bien pautada puede derivar en un déficit de nutrientes”, agrega.
Tal es así que la eliminación del gluten sin estar diagnosticado y bajo supervisión de un profesional puede llevar a una “menor ingesta de fibra, vitaminas D, B12 y folatos, así como de hierro, zinc, magnesio y calcio”.
No obstante, reconoce que un estudio de la Universidad de Harvard alerta de que la eliminación del gluten a largo plazo sin prescripción médica aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, debido a la disminución del consumo de cereales integrales, que se combina con otro estudio que concluye que puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 por el bajo aporte de fibra al no consumir cereales de grano completo.
En ese sentido, deja claro que la celiaquía “no se desarrolla por llevar mala alimentación”, ya que es una enfermedad con predisposición genética, por lo que una persona nace con unos genes predispuestos a desarrollar la celiaquía, pero no todas las personas desarrollan la enfermedad.
Dietas veganas
Pedrosa traslada a la Agencia Ical que la alimentación vegana es tan saludable como llevar una alimentación omnívora, quien reconoce que debe ser suplementada con vitamina B12, ya que está presente en alimentos de origen animal. Por ello, tanto quien lleve una alimentación ovolacteovegetariana (consumen lácteos y huevos) como vegana tienen que suplementarse con B12, puntualiza.
“Es el único suplemento que tiene que tomar una persona vegana si su alimentación es equilibrada, porque los posibles déficits de proteína, calcio, hierro, vitamina D y omega 3 se darían si la alimentación está bien planificada”, subraya.
Y es que, la cantidad de proteínas necesarias “se cubre fácilmente con la proteína vegetal”, de la mano de legumbres, frutos secos y tofu, entre otros. De esa forma, recomienda que quien quiera iniciarse en alimentación vegana esté supervisado por un dietista o nutricionista para que “le enseñe a cómo llevar su alimentación y elaborar menús”.