Se cumple una década del accidente que costó la vida a seis personas en la esclusa 13 del Canal en Naveros de Pisuerga, con el compromiso de la sustitución del decimonónico puente paralizado ahora en Madrid
Para los pocos que atraviesan el lugar por la carretera provincial PP-6112 y no sepan la razón, los muñecos, los juguetes colocados sobre el pretil, pueden parecerles fuera de lugar. Algo incompresible que alguien deje algo allí. Quizá algún niño lo perdió durante el paseo y alguien lo ha colocado allí para que cuando vuelva, lo recupere.
Pero no, no volverán porque hace 10 años que se fueron. Diez años desde que el Canal de Castilla se cobró la vida de seis personas: dos adultas, cuatro niños y adolescentes. La más pequeña de todas, de seis años. Tendría ahora 16 y no haría demasiado caso a los peluches.
El accidente
Naveros de Pisuerga: madrugada del 11 de agosto de 2012. Dos coches, uno detrás de otro, vuelven por la PP-6112 de las fiestas del pueblo de San Llorente. Un monovolumen va en cabeza y en él viajan seis personas, todas ellas ‘veraneantes’ del País Vasco, Cataluña y Burgos.
Una recta, larga, estrecha y con los arbustos creando una sensación de túnel mucho más pronunciada. A un lado, el Canal de Castilla, al otro, el canal de Riego del Pisuerga. Las señales, ajadas por el tiempo, dejan constancia de que el peligro se acerca, pero tampoco lo hacen de forma muy convincente. Y al final de la recta, tras un cartel anodino de ‘Tramo Muy Peligroso’ con las indicaciones de estrechamiento y límite de 30km/h, llega la curva: 90 grados y un escaso margen para no equivocarse. Menos de 4 metros, la sección típica de los puentes del Canal de Castilla construidos pensando más en carros de tiro que en coches como tiros.
Dos opciones: la de acertar con los cuatro metros o seguir recto, donde un camino continúa la trayectoria de la PP-6112. Este camino impide que los paneles de dirección de la curva estén de frente a los conductores. Además, están colocados de modo simple y con apenas dos franjas blancas sobre fondo azul, que casi no muestran el verdadero desarrollo de la curva.
Y de las dos opciones, si es que realmente hubo alguna, la intermedia, la peor. La de colisionar contra una enclenque bionda simple que no paró al vehículo que acabó bajo el flujo del agua de la esclusa número 13 del Canal de Castilla. El resto no necesita explicación.
Señalización
La Diputación, responsable de la carretera, se defendió en los Juzgados alegando que el peligro estaba señalizado, tuvo que indemnizar a los familiares con 40.000 euros. Estaba señalizado, sí, pero consideró el juzgado que no de forma correcta.
El TSJ reconoció que la conductora circulaba a una excesiva velocidad, pero introdujo como determinante que “entre las causas por las que no minoró la velocidad a tiempo para evitar la salida de la calzada y la caída al Canal de Castilla incidió la deficiente señalización de la carretera existente, tanto que no pudo percatarse a tiempo del trazado de la curva, adaptando su velocidad y el radio de giro de la curva (unos 90º), o pudiendo realizar la necesaria maniobra de frenado y/o corrección de la trazada”, señala la sentencia.
Cambios, sí.
10 años después del accidente, han cambiado cosas, pero el peligro sigue latente, puesto que la circulación sigue pasando por ese decimonónico puente. Es cierto que se ha mejorado y mucho la señalización de esta carretera provincial, de asfalto casi intachable.
Antes de que se cumpliera el año del accidente, incluso antes de conocerse la sentencia, la Diputación la cambió totalmente. Colocó nuevas señales, más grandes, con los elementos reflectantes intactos; fijó bandas sonoras sobre el asfalto en la aproximación del puente, y en la distancia que separa la señal de velocidad máxima a 50 y posteriormente a 30, plantó una gran señal amarilla fosfórea y reflectante, con luces destellantes led, para advertir de la presencia del peligro.
También se instalaron nuevos paneles direccionales, en este caso en doble y algunos más grandes y luminosos y se retiraron buena parte de los árboles y arbustos en la zona más cercana al puente. Y ya como seguridad pasiva, construcción de una bionda triple, con la intención de detener en seco a cualquier vehículo que tenga la mala suerte de emular la trazada de aquel Volkswagen Touran.
A la espera del nuevo puente.
Pero el peligro no desaparecerá hasta que se construya el puente proyectado y que aún, un año después de haberse presentado en sociedad el proyecto, el Estado no ha licitado si quiera. Y debe hacerlo el Estado, al ser el Canal de Castilla competencia de la Confederación Hidrográfica del Duero. De hecho, hay partida presupuestaria de 2.869.780 € consignada en varios presupuestos desde 2018.
El proyecto pretende eliminar este punto negro de la red de carreteras de la Diputación mediante una nueva variante de carretera con una longitud total aproximada de 800 metros y diseñado para una velocidad de 70km/h. La solución estructural planteada para salvar el paso sobre el Canal de Castilla consiste en un puente de hormigón con dos vanos, el primero de ellos que salve el paso sobre la actual carretera PP-6112 y el segundo el paso sobre el canal y el camino de sirga.
Sin embargo, el proyecto que ganó el concurso de ideas organizado por la Diputación, denominado `Trivium´y que fue presentado el 14 de abril de 2021, públicamente, in situ, en la propia esclusa 13 del Canal, por la Delegación del Gobierno, la CHD y la Diputación, no ha comenzado a ejecutarse, porque, según informa El Norte de Castilla, la Dirección de Patrimonio y Bellas Artes ha emitido un informe desfavorable. Ojalá que al oso de peluche no tenga que hacerle compañía nadie más.
[…] De hecho, este organismo también es el que detuvo la ejecución de un nuevo puente en Naveros de Pisuerga. […]
[…] 10 años de peluches y juguetes y sin puente nuevo […]
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