Reclaman la recuperación de las operaciones añoranza y de las ayudas
Rafael Monje / ICAL
Las agrupaciones provinciales asociadas en la Casa de Castilla y León en Cuba cargan contra lo que consideran un olvido de las diputaciones provinciales. “En la peor etapa que estamos atravesando, han fallado las diputaciones”, insisten con resignación, mientras denuncian que algunas de estas instituciones han paralizado sus programas de ayuda con sus comunidades e, incluso, hasta el contacto. Contrasta esta decepción con el agradecimiento que profesan a las ayudas que puntualmente reciben del Gobierno autonómico: “dependemos de la Junta, que siempre se ha portado muy bien”, concluyen.
Un ejemplo evidente de la compleja situación lo aporta la drástica reducción de actos de concordia y convivencia que habitualmente celebraban estas agrupaciones en fechas señaladas para recordar su tierra de origen. “Antes, a lo mejor, a un acto se invitaba a 100 socios y ahora, como mucho, justo a la mitad. Porque también los locales y el pequeño ágape que se ofrece son en estos momentos muy costosos”, coinciden en comentar. “
“No tenemos fondos propios para poder utilizarlos y luego justificar esos gastos para que puedan ser repuestos. ¿Cómo hacer esto? Por no hablar de los problemas de justificación que eso conlleva”, advierte María Felicidad Amat Zabaleta, vicepresidenta de la Colonia Palentina. Nos llegan, por ejemplo, invitaciones del Ayuntamiento de Palencia para asistir a un acto, pero, ¡cómo vamos a ir si tenemos lo justo para la comida del día!”, añade con gesto de sorpresa.
Los salarios han subido 5 y los gastos 15. Esa es la proporción existente ahora. ¿Qué hacemos? Y ellos mismos responden a su pregunta: “Pues, campear la situación y sobrevivir como podemos”. “Por eso lo que pedimos al menos es que nos dejen las ayudas como están, al margen de parámetros de salarios o del brutal incremento económico de los productos. Un pancito con jamón costaba antes 5 pesos y ahora son 150”, puntualizan.
María Autora Pérez Guardamino, presidenta de la Sociedad Benéfica Burgalesa, tampoco se olvida de expresar su agradecimiento a la Junta. Esta sociedad cumple el próximo ejercicio 130 años de existencia, pero con la aportación de los asociados será inviable su mantenimiento. “De la Diputación de Burgos, jamás hemos recibido ni una ayuda. Sí que ha habido durante años el programa Añoranza, pero lo sufragaba el Ayuntamiento”, señala.
Todos insisten en la recuperación de las Operaciones Añoranza, porque “para nosotros representan más que una ilusión, ya que permiten a muchas personas tener la oportunidad de conocer su tierra de origen. Y si ahora en lugar de poder enviar a 20 personas, hay que enviar solo a 10, pues a que sean 10”.
“Somos agrupaciones exclusivamente de cariño, de sentimiento personal hacia la tierra de la que realmente procedemos. No somos agrupaciones para hacer negocios, sino que somos sociedades para mantener esos lazos y ese cariño hacia la tierra de nuestros padres y abuelos”, reitera María Antonia Rabanillo, presidenta de la Casa de Castilla y León en Cuba.
“¿Por qué cuesta tanto trabajo que todas las diputaciones se sensibilicen y trabajen en la misma línea?”, se pregunta María Felicidad Amat. “Está claro que vamos a tener que reducir las actividades, pero las sociedades no se van a cerrar, aunque tengamos que realizar los actos de confraternidad sólo con pan”, asumen. Y a pesar de todo lo anterior, “que sepan ustedes que Castilla y León suena más que Galicia, y eso que esta comunidad concede ayudas excepcionales y personales a cada mayor de 70 años”, apuntan con firmeza.
“Sólo las provincias de Ávila, Valladolid, Segovia y Soria carecen de agrupación provincial como tal. La de Valladolid realizó en 2009 una Operación Añoranza, pero las otras tres provincias no han hecho nunca nada”, expresan con pesadumbre.
Castilla y León abona 120.000 euros al año. No es una ayuda a los emigrantes de Cuba, sino a todos los países latinoamericanos, “pero nosotros, Cuba, trabajamos con ahínco y presentamos todos los documentos, por eso al final prácticamente la totalidad de las ayudas caen hacia este lado del Atlántico”, explica Rabanillo. Gracias a ello, las ayudas personales alcanzaron la cifra de 319 euros anuales.
Antes de la pandemia, la Sociedad tenía 870 socios, ahora, suman 782. Y, lo peor, muchos jóvenes, unos 2.700, han huido, mayoritariamente hacia Estados Unidos. Hay incluso algunas sociedades que se han quedado sin jóvenes.
“Defendemos la permanencia de las Sociedades para difundir la cultura de Castilla y León y que las comunidades provinciales de la Comunidad puedan seguir reuniéndose aquí”. “Las ayudas a las personas son muy importantes, pero, por encima de todo, nuestros desvelos se concentran en el mantenimiento de las actividades que desarrollan las Sociedades: los talleres con los niños y los adultos, las clases de pintura o de bailes tradicionales… No queremos dejar de ser las sociedades punteras de toda España. Por eso lo importante, es la función que tienen este tipo de agrupaciones”, apunta finalmente María Antonia Rabanillo.