Una exposición fotográfica sobre las investigaciones del antropólogo William Kavanagh inaugura la nueva sala del Aulario del Campus de la UVa en Palencia, un paso más en el proyecto que aspira a conectar la universidad con el arte, la cultura y la propia sociedad palentina
Hablamos con el profesor Enrique Delgado, impulsor de esta iniciativa
La vida ya fluía por los pasillos del Aulario y los diferentes edificios del Campus de la Universidad de Valladolid en Palencia: corrillos de estudiantes, profesores que cruzan apresurados de un aula a otra, carteles en la corchera, mesas para intercambio de libros, incluso alguna instalación reivindicativa a favor de la igualdad. Solo le faltaba una cosa: el arte.
El año pasado, el Campus de La Yutera se embarcó en un proyecto que trata de hacerle a la cultura el espacio que merece dentro de esa vida bulliciosa e ilusionante que es la universitaria. Pero no solo para disfrute de alumnas y alumnos, sino para toda la ciudad de Palencia.
El profesor Enrique Delgado, del Departamento de Geografía Humana, fue el impulsor de esta iniciativa que se materializó en la recta final del curso pasado con la donación de un conjunto de esculturas del palentino Nino Barriuso, que actualmente se exhiben en el vestíbulo de la Biblioteca, una sala a la que se le ha dado su nombre.
Nino Barriuso es uno de esos artistas de origen palentino que, para Enrique Delgado, “no han tenido el reconocimiento a nivel público ni siquiera institucional, quizás porque han elegido la obra y el trabajo en lugar de la publicidad”.
Su compromiso con la creación, pues, “les ha alejado de los focos y de las exposiciones colectivas o individuales”, a pesar de su calidad artística. Nino Barriuso, por ejemplo, ha trabajado con escultores tan destacados como Jorge de Oteiza o Néstor Basterretxea, sin embargo, prefirió centrarse en la creación y especialmente en la reflexión en torno a la misma, al tiempo que optó por el pequeño formato escultórico, tal y como contaba en la conferencia que el propio autor pronunció en el Campus de Palencia el 4 de junio de 2021.
Este curso, este proyecto cultural ha alcanzado un segundo hito: la creación de una nueva sala de exposiciones temporales en el espacio que antes ocupaba la oficina bancaria, a pocos metros de esa nueva Sala Nino Barriuso.
Esta sala se ha inaugurado precisamente este miércoles 16 de marzo, con la instalación de una exposición fotográfica y audiovisual del trabajo de campo del antropólogo William Kavanagh en Navalguijo (Ávila), un pueblo de la Sierra de Gredos.
A raíz de la implantación del Grado de Antropología Social y Cultural en la Facultad de Educación dos cursos atrás, el pasado octubre, la palentina María del Carmen Prieto, viuda de William J.M. Kavanagh, decidió donar al Campus la biblioteca personal de este destacado antropólogo social y cultural de la escuela de Oxford, que se afincó en España desde el año 1974 hasta su fallecimiento en 2014.
Nacido en Nueva York, licenciado en Antropología en la Universidad de Fordham (Nueva York), obtuvo el doctorado en la Universidad de Oxford y, tras instalarse en España, impartió docencia de Antropología Social en la Universidad CEU San Pablo, en la Universidad de Comillas y en la New York University de Madrid.
Esta colección bibliográfica, que ya forma parte del catálogo de la Biblioteca de La Yutera, constaba de 1.200 volúmenes: desde las obras clásicas de la Antropología Social y la Etnología hasta libros sobre otros pueblos, culturas y sociedades del mundo, pasando por estudios sobre la práctica totalidad de los territorios de la Península Ibérica, con amplia bibliografía sobre Galicia y Portugal y sus espacios fronterizos, que constituyeron uno de los centros de interés de Kavanagh.
En aquella donación, Carmen de Prado propuso la segunda parte del proyecto: la digitalización de los negativos de su valioso archivo fotográfico, compuesto por 4.700 diapositiva, y la posterior donación al Campus de una copia de todas ellas. Enrique Delgado ha seleccionado las más representativas del trabajo de Kavanagh para esta exposición, en la que además se proyecta un documental con entrevistas y secuencias de la vida cotidiana en este pequeño pueblo abulense, en un tiempo conectado entre el pasado y la modernidad.
“El trabajo tiene como objeto una entidad menor -ni siquiera es un municipio-, que es Navalguijo, que pertenece al municipio de Navalonguilla, al suroeste de la provincia de Ávila en contacto con la provincia de Cáceres. Un pueblín enclavado en el fondo de un valle de la Sierra de Gredos donde Kavanagh se consiguió mezclar con la gente para poderse empapar de sus costumbres y vida cotidiana”, explica Delgado. Si en aquel momento no pasaba del centenar de habitantes, hoy día no superan la veintena.
En esa sintonía con los vecinos de Navalguijo que alcanzó el investigador, documentó aspectos como la arquitectura popular, las labores del campo o una cultura popular que se extinguía en un tiempo a caballo entre el pasado y la modernidad: el periodo entre 1978 y 1996, con una gran parte de las fotografás tomadas a en la primera mitad de los años 80.
La muestra, que puede visitarse hasta el 6 de abril, representa también la primera actividad orientada al público general del Grado de Antropología Social y Cultural, una titulación que Enrique Delgado, quien ha sido uno de sus principales impulsores, considera que “ha venido para quedarse”.
“La exposición es el reflejo de que arrancamos con buenas bases, tanto científicas como bibliográficas o con iniciativas de naturaleza cultural como esta exposición”, que probablemente itinerará por otras salas de la ciudad de Palencia y de la Universidad de Valladolid, en la capital vecina, con el fin de alcanzar ese “reconocimiento al trabajo hecho por este importante antropólogo”.
Conexión con la ciudad
Y es que precisamente fomentar la relación con la ciudad ha sido un sueño constante en el Campus de Palencia, cuyos profesores y alumnos lamentan la pérdida de un recurso tan valioso en este sentido como era la Casa Junco. “Hemos perdido la conexión de la Universidad con la sociedad, tremendamente importante teniendo en cuenta que estamos a más de tres kilómetros del centro, lo que dificulta el contacto diario”, indica Delgado, que ahora aspira a que proyectos culturales como estos den a los palentinos un motivo más para acudir al Campus.
“Si consiguiéramos que efectivamente la gente tomara el Campus como otro punto más de referencia cultural en la ciudad, sería magnífico”, apunta.