Como muchos sabéis participo junto a mi socio Roberto en un pequeño negocio de hostelería en Palencia, El Gallery. Justo al cumplir 10 años nos tocó reinventarnos a causa de la pandemia ya que nuestro local no tenía terraza y al permanecer más de 10 meses cerrados tuvimos que hacer una huida hacia adelante y buscar un sitio con una amplia terraza para poder seguir haciendo frente a los muchos pagos que tenemos, como cualquier otro negocio. Surgió entonces la oportunidad de aterrizar en un pequeño/gran pueblo, Husillos, donde llevamos desde el pasado mes de abril desarrollando la actividad hostelera en un bonito proyecto de propiedad municipal llamado La Vieja Escuela donde licitamos en plena pandemia y por suerte nos fue adjudicado por dos años.
¿Por qué os cuento todo esto? El estar allí me ha llevado a confirmar lo importante y necesaria que es la hostería. Sí amigos, especialmente en los pequeños municipios y más aún donde sólo hay un bar-restaurante. Un pequeño negocio municipal como La Vieja Escuela en un pequeño pueblo como Husillos da trabajo y empleo, ayuda a fijar población, genera movimiento de personas, genera riqueza para el pueblo y lo que es más importante, genera VIDA, se convierte en el punto de encuentro para todo el pueblo, son las auténticas redes sociales de un municipio. Por allí pasa la cartera, los repartidores, los trabajadores de las empresas de la zona, es donde se queda con los vecinos y amigos, es donde se echa la partida todas las tardes, donde entre paseo y paseo se toma un café reparador calentito junto a la chimenea y se comenta las incidencias del día en el municipio, es donde se va antes y después de comer/cenar para charlar con tu gente, es donde muchas personas mayores, que viven solas y alejadas de las nuevas tecnologías, pueden socializar. Sin lugares como La Vieja Escuela ellos pasarían días enteros sin hablar ni compartir sus problemas o alegrías con nadie.
Es donde te acercas si necesitas ayuda para que te empujen el coche si no te arranca o para que te bajen a Palencia. Es donde ves y comentas un partido de la selección española o de nuestro gran Nadal, o simplemente las noticias mientras lees el periódico. Es donde despejas la mente si tienes la suerte de teletrabajar en un pueblo, donde invitas a tus amigos y familiares cuando vienen a verte. Es donde disfrutas del buen tiempo mientras escuchas música al aire libre. Es donde ves pasar a mucha “gente viajera” de la que siempre se aprende mucho y que, de no existir lugares así, pasarían de largo. Es donde las mamás o papás quedan después de dejar a sus hijos en el autobús escolar, es donde después de hacer deporte o recibir alguna clase en la Nave Multiusos se comparte una cañita como recompensa tras el esfuerzo.
Es donde al entrar te saludan por tu nombre y antes de quitarte el abrigo ya te han puesto lo que sueles beber. Es donde algún conocido que te aprecia dice al camarero “no le cobres” y tú correspondes y le invitas a otra vuelta y surge así un nexo y complicidad diaria donde te sinceras y abres a esa persona pasando a ser ya parte de tu vida y si no le ves en varios días, le echas de menos y te interesas por él, porque ya es tu amigo.
Es donde conoces a gente mayor, yo les llamo jóvenes con experiencia, que te enseñan mucho de su saber, siempre te aconsejan y les falta tiempo para ayudarte.
Ahora que se habla tanto de la despoblación en el interior, de la España Vaciada, es muy necesario fomentar este tipo de negocios, o cualesquiera que fijen población, debemos cuidarlos. Las instituciones deben apostar por el emprendimiento en las zonas rurales, esa es la única y verdadera manera de mantener viva la España del interior.
Si tenéis ocasión, recorred alguno de los cientos pequeños bares/restaurantes de pueblos y observad lo que allí se vive. No os imagináis la buena y necesaria labor social que hacen para el mantenimiento vivo de un pequeño municipio.