No sé a vosotros, pero a mí este año se me está pasando volando. Pienso en todas las cosas que me propuse hacer y que de hecho quiero y deseo realizar, pero no consigo rematar y a veces eso me produce cierta frustración. Noto como el tiempo se me escapa entre los dedos al igual que el agua en una cesta de mimbre, por mucho que intentas que ese agua permanezca siempre termina perdiéndose entre las rendijas.
Pues así me ocurre con el dichoso tiempo, muchas noches al acostarme repaso mentalmente la lista de tareas que me propuse mientras me duchaba por la mañana o la noche anterior al acostarme programando mi agenda de Google del móvil, la cual estoy empezando a coger manía. A pesar de considerarme bastante tecnológico me empieza a saturar la maldita alarma avisadora de las tareas programadas y ver que no llegas… y se van acumulando y tienes que volver a reprogramar.
Quizás por eso estoy volviendo a recurrir a esos papeles ya usados por una cara, normalmente fotocopias viejas, que aprovecho y doblo como un díptico donde anoto tareas e ideas y voy tachando con satisfacción cada vez que termino o culmino cada una de ellas. Papel que al final del día parece un Guernica de Picasso cargado de palabras y frases caóticas, sin aparente sentido pero que mí me ayudan mucho a errar menos y que, creedme, cuando repaso semanas después me producen a veces hasta la risa.
Os escribo todo esto porque cada vez me doy más cuenta que vivimos en una pequeña gran locura de vida, con mucho estrés, todo el día a carreras para sacar adelante nuestros proyectos, negocios y familias.
Observo lo frágil que es la vida. Un día estás y al otro puede que no. Ya voy teniendo una edad y he perdido mucha gente querida, demasiada, personas a las que echo mucho de menos. Por eso tengo muy claro que debemos hacer aquello que realmente nos gusta y nos hace dichosos, dedicar el tiempo a las personas que realmente nos llenan y aportan, ser felices en aquello a lo que dedicamos gran parte de nuestro tiempo y energías, centrarnos, siempre que sea posible, en los trabajos que nos gustan hacer y nos realizan como persona. Debemos rodearnos de buena gente, gente feliz y optimista y aprovechar el tiempo en lo que nos satisfaga.
Mi propósito es claro: llegar al final de mis días con el sentimiento de poder decir “he hecho y estado donde he querido y he consumido mi tiempo con quien he querido y amado”.
Hace tiempo que aprendí a quitar de mi vida lo que no me hacía feliz. Qué importante es saber soltar lastre. Solo se vive una vez. Recordemos que el tiempo es la materia de la que está hecha la vida.
Que tengáis un estupendo mes de noviembre y, sobre todo, sed y buscad la felicidad.