Siempre he pensado que una persona, por muchos años que tenga, se mantendrá activa y vitalista toda la vida si sigue soñando. Si sigue teniendo ilusiones y anhelos.
Nuestra provincia está repleta de grandes hitos (hoy convertidos en bienes patrimoniales) que ejemplifican a la perfección la materialización de proyectos de gran envergadura que partieron de grandes sueños. Como la construcción del Canal de Castilla o el Cristo del Otero.
Podemos disfrutar hoy en día admirando estos bienes porque en un momento dado se decidió acertadamente ponerlos en valor y protegerlos hasta convertirlos en monumentos con la catalogación de Bien de Interés Cultural. (Entre otras). Sin embargo, a día de hoy, todavía quedan ejemplos de bienes patrimoniales que no están protegidos ni puestos en valor adecuadamente, sobre todo los relacionados con el patrimonio industrial. Como por ejemplo los edificios derivados de la actividad de la minería del carbón en la zona norte, o de la minería del yeso en la zona sur.
En esta foto que he realizado aparece una torre lejana, desde un punto de vista que simula en cierto modo la perspectiva que se coge al observarla desde la autovía A-62 pasando Dueñas en dirección Valladolid.
Mucha gente cuando pasa por ese punto se preguntará por esa especie de atalaya que corona el páramo. Se trata de una de las 52 torres de telégrafo óptico que formaron parte de la “Línea Castilla”, que se instalaron desde Madrid a Irún en el siglo XIX. Por la provincia de Palencia existieron hasta cinco, de las cuales hoy no queda prácticamente ninguna en pie salvo esta de Dueñas y la de Tariego de Cerrato elevada en un cerro junto a la villa.
El telégrafo óptico fue una genialidad que partió de una idea desarrollada en el siglo XVII en la cabeza del científico británico Robert Hooke, y que responde al impulso innato del ser humano de querer mejorar la comunicación desde las primeras civilizaciones. Mediante un sistema complejo de señalítica visual, el telégrafo óptico era capaz de transmitir un mensaje a varios kilómetros de distancia desde una torre a otra. Y así, desde Madrid llegaba a Irún un mensaje en tan sólo seis horas.
La Línea Castilla, comenzó a funcionar en 1846, y su puesta en marcha tuvo mucho que ver con el desarrollo de las Guerras Carlistas. Pero una vez comenzó a utilizarse no duró muchos años en funcionamiento. Pues otro invento genial, el telégrafo eléctrico, relevó en el uso al óptico. Desde entonces pocas personas se han preocupado por conservar y poner en valor estas torres que conservan entre sus cuatro paredes los restos de otro gran sueño hecho realidad.