Casi cinco años viviendo en Palencia y todavía no me acostumbro a oír a tantos paisanos quejándose de que en estas tierras no hay gran cosa que ver, visitar o disfrutar.
Vamos, no voy a empezar a enumerar todo lo que tenemos porque sé que cualquiera de vosotros, palentinos, sabéis muchísimo más que yo, que soy la guiri. Pero habréis de concordar conmigo que es un discurso más que frecuente. Sin embargo, lo que también pasa es que me entero de que muchas de estas mismas personas saben que hay algunos recursos palentinos, y muy palentinos, pero no se atreven a verlos de cerca.
Hoy os voy a hablar de un productazo, con P de Palencia, que ya cumple nada menos que 13 años: el proyecto audiovisual “Vestigia, Leyenda del Camino”, ubicado en Frómista, en la iglesia de Santa María del Castillo, Bien de Interés Cultural desde 1944.
Hasta el día en que mi compañero Juanpa Ausín y yo entrevistamos para nuestro programa de radio Viva Palencia Viva al alcalde de allí, Fernando Díez Mediavilla, yo no tenía ni idea de la existencia de esta oferta tan interesante aquí, cerquita de la capital. Y mira que como peregrinos que somos, vamos muchísimo a Frómista, pero siempre en la ruta San Martín – San Pedro – callejear – comer bien. Pero como Fernando nos despertó el interés, apuntamos el compromiso en la agenda familiar.
Días después, marchamos a conocerlo, no sin una puntita de vergüenza de no haberlo hecho antes (aunque siempre busquemos conocer de todo para que no se nos olvide nada).
Llamamos a la Oficina de Turismo y reservamos una visita guiada, práctica que hemos repetido mucho por aquí en estos tiempos de pandemia. Eso nos proporciona unos paseos espectaculares y absolutamente exclusivos, con expertos que nos provocan una nueva mirada sobre monumentos y sitios.
Así llegamos a la villa peregrina. El guión sería San Martín, Santa María del Castillo y San Pedro, guiados unas horitas por Esperanza, guía oficial local que desborda conocimiento. Empieza el paseo. San Martín. ¿Qué os voy a contar? Pues… Deslumbrante. Por más que la conozcáis, probad la visita guiada. Una experiencia de diez. Una renovación de votos de amor. Enseguida marchamos para Santa María del Castillo, con su estilo gótico tardío (s. XV – XVIII) allí, puesta, tan orgullosa sobre su pequeña cuesta. La verdad es que no sabíamos mucho de lo que íbamos a ver (jo, ahora noto que os haré algo de spoiler). Fue entrar, todo a oscuras, y preguntarme «¿qué es eso?». En aquel momento, mi corazón peregrino empezó a apretar.
San Telmo en persona (vamos, aceptad mi lenguaje poético) nos dio la bienvenida y empezó por la puerta grande a contarnos la ruta de historias y leyendas del Camino de Santiago. Vestigios dejados por el tiempo. Vestigios con los que el corazón peregrino envió un mensaje directo a mis sensibles glándulas lacrimales. Fue mucho. Muchísimo más de lo que mi alma trotamundos podía aguantar sin llorar. Mi marido (que conocí en el Camino), nuestras dos peques y yo escuchando aquel muy palentino señor contarnos cosas. Una iglesia vacía y a oscuras con proyecciones muy bien hechas. De sala en sala, audiovisuales tremendos. Un viaje no solamente por la ruta peregrina siglo tras siglo, sino por aquellas tierras.
Historias de Frómista, de Carrión, de la propia iglesia en que estábamos (que un día fue un castillo, pero aquí no os cuento más para no quitaros las sorpresas), de cultura y de arte de nuestra tierra.
Cerca de una hora después, las puertas se vuelven a abrir, yo salgo de Vestigia con una duda: ¿solo nosotros no conocíamos esto? A partir del día siguiente, como siempre, seguí repartiendo mi verborrea, en palizas de charlas sobre Palencia, con todos mis conocidos. ¿Qué descubro yo? La gran mayoría (digo graaaaaaan mayoría) nunca ha estado en Vestigia. No la conocen. No sé qué decir, de verdad.
Razón mayor no tenía yo para dedicar esta columna a que todos vosotros sepáis algo más de todo lo extraordinario que tenéis. Y si no lo conocéis, os dejo de regalo los números de la Oficina de Turismo de Frómista: 979 810 128 y 672 146 994.
De nada.