Un proyecto de puesta en valor de su arbolado nacido de una iniciativa vecinal de las localidades palentinas de Valoria del Alcor y Ampudia participa en un concurso del Ministerio de Medioambiente y Transición Ecológica
Jesús García-Prieto / ICAL
La inmensidad de Tierra de Campos también cuenta con pequeños paraísos naturales. Espacios verdes poco conocidos que sirven de lugar de reposo a los habitantes de las poblaciones cercanas que cuidan para que las próximas generaciones también puedan beneficiarse de ellos. Es el caso del pequeño “bosque encantado” que se encuentra entre las localidades palentina de Valoria del Alcor y Ampudia. Un ecosistema único dentro de la comarca en la que los vecinos de ambas localidades han trabajado desde el verano recuperando su valor y decorándolo para participar en el Concurso Nacional Bosque Urbano 2025 organizado por el Ministerio de Medioambiente y Transición Ecológica, en coordinación con la Asociación Bosques Sin Fronteras.
La candidatura palentina participa en el apartado de Bosque Urbano, donde va liderando con más de 1.700 votaciones sobre el segundo participante, un proyecto sobre el bosque mediterráneo de la Universidad de Córdoba. “No nos lo creemos. Recibir este apoyo es la evidencia de que cuando las personas confiamos en lo que tenemos y nos unimos somos más fuertes”, afirma Rosa Alonso, vecina de Valoria del Alcor y una de las impulsoras de la idea.
Cerca de 25 personas se movilizaron este verano para dar vida a esta iniciativa y teñir, más si cabe, al bosque de color. “En julio y agosto se ha hecho el embellecimiento a coste cero porque todo es material reciclado. Cada uno poníamos lo que teníamos en nuestras casas. Han participado desde niños hasta adultos haciendo cada uno lo que podía”, reconoce Rosa. Los vecinos aprovecharon las fiestas de la localidad para hacer la inauguración con una visita guiada en la que se dieron cita cerca de cien personas.
Una idea que surgió hace un tiempo. “Hace unos años la Confederación Hidrográfica del Duero, en colaboración con la Diputación y el Ayuntamiento del pueblo limpiaron el cauce del arroyo de Santa María, que discurre por el bosque y pudimos acceder a él”, explica Rosa. Allí descubrieron el potencial que les ofrecía la naturaleza. “Vimos que era tan bonito que empezamos a hacer fotos, lo subimos a las redes sociales y nos dijimos que por qué no lo conocíamos”, señala. “Antaño los vecinos del pueblo cuando eran más pequeños jugaban allí y esta es una forma de volver a retomar la posibilidad de jugar en espacios naturales para los más pequeños”, asegura.
Los más pequeños han sido de los más participativos en esta iniciativa, de hecho, muchas veces, se alejaban de sus dispositivos móviles para jugar en el bosque, algo que resulta difícil de ver en estos días. “Los padres nos hemos quedado sorprendidos porque los niños estaban deseando terminar de comer para poder irse al bosque encantado. Una vez se ponían a construir o a ayudar los niños dejaban el móvil de lado, otros muchos estaban disfrutando subiendo fotos a sus redes del bosque encantado”.
Pero no solo los más pequeños de la casa disfrutan de sus recovecos, también los más mayores. “Hemos hecho bancos con maderas viejas y ahora los adultos cuando vamos nos relajamos allí leyendo un libro o mirando a la naturaleza”, señala Rosa. Un espacio en la inmensidad de Tierra de Campos que, al ser mágico, también cuenta con un microclima propio. “Este verano hicimos una medición de temperatura durante una de las olas de calor en el mes de agosto. Al sol el termómetro marcaba 49 grados, a la sombra 41 y dentro del bosque eran 33. Cuando en verano no podemos con nuestro alma dentro del bosque es una maravilla, de hecho, los niños han hecho una cabaña de madera”, afirma. “Esta es la primera vez que veíamos a niños jugar con niños”, señala asombrada la vecina de la localidad.
Este pequeño paraíso en el sur de la provincia de Palencia también cuenta con diversidad de animales y plantas. “A nivel ecosistémico es un lujo estar allí por la cantidad de aves que hay y la biodiversidad gracias a árboles como el populus alba. Menos mal que no les dio a nuestros antepasados hace diez o veinte años por talarlo”, reconoce Rosa. “Cuando había olmos se utilizaban para construir las casas de madera, después los olmos sucumbieron a la grafiosis. Tras ellos llegaron los populus alba que son maravillosos. Afortunadamente la actividad maderera no tiene otras utilidades”, afirma.
Precisamente, todo aquel que acuda a ver este bosque va a poder estar más informado sobre los seres que lo habitan gracias a varios QR que se han instalado en la zona. “Una vecina de 16 años nos ayudó con su diseño. En ellos se puede conocer la historia de las aves que tenemos por la zona. Capturamos el código QR y aquel que quiera pueda ver el vídeo de esos pájaros y escuchar su canto”, asegura. “Queremos poner al lado de cada QR la imagen de cada pájaro. Están puestos ya los reyes de este bosque, que son los milanos reales, que están en peligro de extinción y vienen del norte de Europa a pasar el invierno”.
Los vecinos de las dos localidades disfrutan casi a diario de este entorno que tan difícil es de ver en la zona. “El que se puedan mantener lo que se llama los sotos de Tierra de Campos por donde pasan los arroyos es muy importante para nosotros porque algunos han desaparecido ya. El soto que tenemos comenzó a andar en el siglo XIX y alguno de los populus alba que hay tienen más de cien años”, concluye Rosa Alonso, principal impulsora de este proyecto con la ilusión de poder llevarse el galardón que reconozca, no solo su trabajo, también el de todos los vecinos del pueblo, que día tras días convive junto a un pequeño paraíso en mitad de la árida Tierra de Campos, aunque aún habrá que esperar hasta el próximo 15 de diciembre para saberlo.