La artista albaceteña, que se declara fan de El Naán, recibía de manos de la alcaldesa la Banda Dorada de la Mujer. “¡Menudos ovarios tenéis las palentinas, históricamente y ahora!”, proclamaba
No era un concierto, sino “un dos por uno”. Porque las dos vocaciones de la albaceteña María de los Ángeles Rozalén, psicóloga y cantante/compositora, se iban a combinar en una terapia colectiva en forma de espectáculo musical.
Rozalén regresó anoche a Palencia después de su concierto de hace seis años, que recordaba con cariño, para conjurar una pequeña catarsis emocional en las decenas de miles de personas que llenaron el parque del Salón, dispuestas a escuchar, sin pestañear, su dulce voz en impecable directo.
Un concierto donde la albaceteña se entregó por completo, desplegando simpatía y energía, algo que se agradece en este formato de actuaciones gratuitas durante las fiestas de San Antolín en el que, a veces, se ve sobre el escenario a artistas a medio gas, que dosifican la energía ante un público que no ha pagado una entrada de 40 euros.
Rozalén, que es conocida por ser una de las artistas más comprometidas a nivel social, lanzó su primera reivindicación antes de subir al escenario, con la proyección de un spot de Médicos Sin Fronteras reclamando el fin de la guerra en Gaza.
A partir de ahí salió al escenario, flanqueada por sus seis músicos y su inseparable bailarina e intérprete de lengua de signos, Beatriz Romero, para comenzar con el tema que da nombre a su álbum más reciente, El abrazo.
Así, con un fuerte achuchón emocional, se presentó la artista, emocionada por la respuesta del público palentino. “Es increíble… Mire donde mire, veo cabecicas”, bromeaba, oteando El Salón, entre las primeras canciones del recital.
Fan de El Naán
Quiso desde el primer momento dedicar unas palabras a Palencia, algo que fue haciendo a lo largo de toda su actuación. “Esta es una tierra que me encanta, tengo muchas ganas de poder venir unos días de vacaciones, tranquila, y conocer sus pueblos”. De hecho, se proclamó “fan de El Naán”, el grupo de Tariego de Cerrato que precisamente presentaba hace unos días su nuevo proyecto musical ‘La Celtibérica’, una fusión de folklore gallego, castellano y el sonido de Vetusta Morla, con quien colabora en las giras.
Ver esta publicación en Instagram
“Estoy emocionada con volver a Palencia… ¡Si sabéis cómo me pongo, ¿pa’ qué me llamáis?!”, exclamaba.
Pero contuvo su emoción en la primera parte de ese concierto que se planteaba como una terapia colectiva. “Quiero vaciaros, para llenaros después de cositas buenas”. Los temas más emotivos de su último trabajo (entre las que destacó la canción que compuso para su sobrino, La cara más amable del mundo), o algunos de los éxitos que la definen como una de las artistas más comprometidas a favor de la igualdad, como Comiéndote a besos (una historia de amor hacia una persona seropositiva) plantaron a un público que no bailaba ni saltaba, sino que se contoneaba con mirada atenta e, incluso, enjugando alguna lágrima furtiva.
Una catarsis emocional que hacia la mitad del recital tuvo su contrapunto: era el momento de llenarse. De ritmo, de valores, de raíces y de alegría, fusionando sus éxitos sin respiro y alternándolos con temas tradicionales (con su Te quiero porque te quiero parecía conectar a través del tiempo con el fabuloso concierto que Rodrigo Cuevas había ofrecido hace tres meses en esta misma ciudad), jotas, ritmos caribeños o incluso raps y tintes urbanos, para concluir, bien arriba y con el público ya ampliamente sonriente y animado, con los temas más famosos de su exitosa carrera musical.
Un ejemplo de lucha a favor de la igualdad
La artista albaceteña, reconocida con cuatro Discos de Oro, dos de Platino, un Goya, el Premio Nacional de Músicas Actuales 2021, tres nominaciones a los Latin Grammy o la Placa al Mérito Profesional de Castilla-La Mancha, es una de las voces más representativas de la lucha feminista y contra la violencia de género, desde que saltó a la fama con su canción La puerta violeta, en 2017. En su concierto no faltó un mensaje a favor del respeto, del amor sano y de la igualdad entre hombres y mujeres, que en esta ocasión se vio reforzado por la entrega de la Banda Dorada por parte del Ayuntamiento de Palencia.
“No conocía vuestra historia… ¡Es increíble! ¡Es un honorazo recibir la banda dorada!”, explicaba. “¡Menudos ovarios tenéis las mujeres palentinas, a lo largo de la historia y en la actualidad!”.
Una igualdad que proclamó también entre los distintos territorios del país, recordando su origen albaceteño y estableciendo un vínculo con Palencia. Porque entre las ciudades pequeñas “nos comprendemos”, dijo. “Los de Albacete estamos cansados de sonar a chiste, ¡Albacete, capital de España”. Y el aplauso demostró que quienes llevamos la P por bandera, con ese esfuerzo extra por demostrar la fuerza de los pequeños, habíamos empatizado rápidamente con la albaceteña. Un público que terminó haciendo suya una de las expresiones que Rozalén proclamó desde el escenario del Salón… “¡Qué noche tan bonica!”