El Club 27 Grados organiza el I Campus de Salvamento y Socorrismo en espacios abiertos en la ciudad de Soria
“Tratamos de evitar accidentes tontos en el agua. Imagínate que hay alguien que no es un gran nadador y se mete en el río, que le va llevando y no puede volver. Esta es una de las razones de ahogamientos más típicas. O va en un pedal en el pantano y se tira al agua. El pedal se aleja y no puede alcanzarlo. Ante estas situaciones, lo primero que se enseña es a no perder el control; es algo fundamental. Los nervios no se te pueden apoderar y lo segundo, les damos unas técnicas y herramientas para salvarse y salvar a los demás”.
Así resume el espíritu de la actividad, la directiva del Club 27 Grados, Pilar de la Dedicación, quien resalta que el I Campus Salvamento y Socorrismo en espacios abiertos incide principalmente en la prevención. Es la primera vez que el Ayuntamiento de Soria oferta esta actividad entre los jóvenes. Desde el Club sugieren que sin la ayuda económica del Consistorio la actividad saldría “carísima”.
Ocho chicas sorianas y dos chicos de entre once y 14 años han participado durante toda esta semana en la actividad. Todos saben nadar, requisito imprescindible para su participación. El campus se desarrolla en julio y en agosto con otros participantes. En este primer turno, todos los menores, a excepción de uno, son miembros del Club.
Los escenarios elegidos para desarrollar la actividad fueron el río Duero, la piscina cubierta Ángel Tejedor y el pantano de la Cuerda del Pozo. El más duro, sin duda, fue el río. Los menores tuvieron que hacer frente al agua gélida, su oscuridad y no saber exactamente si tocan la superficie o si pueden encontrarse una roca, un alga o un pez. “Tienen que saber enfrentarse al frío y a la oscuridad y siempre, siempre, mantener la calma”, expresa.
Pablo Pérez ha guiado a las jóvenes en la actividad durante toda la semana. El monitor les hacía entrenamiento en seco primero antes de la actividad acuática. Sin mucho margen para la queja y la ñoñería les ha llevado por la montaña antes de zambullirse en el Duero. Es imprescindible que tengan buena forma física y que aflore el sentimiento numantino. Se trata de que tengan herramientas para salvar su vida y la de los demás.
“Pretendemos que los niños y los jóvenes no tengan miedo a estos espacios abiertos. Efectivamente, lo que queremos, además de inculcarles la prevención es enseñar técnicas de salvamento y de nado en aguas abiertas. No es lo mismo nadar en la piscina, que en el río, el mar o el pantano”, recalca.
Para ello, se les enseñan técnicas de salvamento, de arrastre y técnicas de prevención, sobre todo, esta última. “También trabajamos el salto siempre con muchísima prudencia y prevención porque se producen accidentes gravísimos por no saber identificar desde dónde se debe y no saltar”.
Pablo Pérez muestra qué hacer y qué no hacer antes de lanzarse al agua de cabeza en un escenario que no se conoce. Deben ver el fondo, conocer la profundidad, cómo caer si es poco profundo y no saltar si no hay nadie en las inmediaciones. También les ha instruido en cómo nadar en función de la masa de agua en la que se esté actuando o las diferentes maneras de socorrer, a poder ser utilizando siempre elementos de apoyo tablas, boyas o tubos de salvamento.
En la piscina, los participantes utilizan muñecos para llevar a cabo la técnicas de arrastre de personas hasta la orilla y su posterior colocación en una posición de seguridad. Se les ha ensañado las tres fases del PAS (Proteger, Alertar y Socorrer). Todos los días repasan las técnicas de primeros auxilios e identifican el manejo de los diferentes materiales de rescate. Los menores aprenden a ser autónomos en el agua y a desarrollar el carácter cooperativo y solidario inherente al deporte de salvamento y socorrismo. De momento, saben que no están preparados para salvar a nadie porque son menores, pero conocen muchas herramientas para que si, por desgracia, se encuentran en una situación comprometida puedan ayudar a esa persona.
Es probable que algunos niños del Club 27 grados sean los futuros socorristas de la provincia. Sin embargo, desde la Directiva aseguran que el fin no es ese, ya que se intenta que tengan conocimientos valiosos para salvar vidas, independientemente de que hagan suya o no la profesión.. “La formación sirve para su vida diaria y para toda su vida. Porque hay niños que no se olvidan del 1-1-2, no se olvidan de cómo sacar a un ahogado y de mensajes que hemos trabajando durante todo el año”, resalta para insistir en que nunca se puede ir a salvar a alguien sin el material adecuado, ya que en vez de un ahogado puede haber dos.
El fin de semana pasado, el Centro Coordinador de Emergencias de la Junta gestionó más de 17 incidentes en el medio natural, de las cuales dos ocurrieron en el agua.