Reconocido con el Premio Nacional de Músicas Actuales 2023, Rodrigo Cuevas regresa al Palencia Sonora con su gira ‘La Romería’
Conseguir una entrevista con Rodrigo Cuevas no es tarea sencilla. Primero, porque es uno de los hombres más buscados de la música española para una conversación con ‘‘chicha’’, no solo porque es un artista total e irrepetible, sino por su manera de pensar y comunicar, divergente se mire por donde se mire. Y una vez conseguimos la cita, cuesta un poquito localizarlo: su pueblo de Asturias, como los nuestros, tiene mala cobertura móvil. Desde ‘‘allí arribita’’ (como canta), con sus animales y su huerto, lanza su mensaje revolucionario al resto del mundo.
“La gente en la ciudad no sé cómo lo hace, que a mí las cosas de allí no me satisfacen”, cantas en ‘Allí Arribita’. Aquí subimos al páramo del Cerrato, al Monte El Viejo o al Curavacas, en la Montaña Palentina, para gritar y cantarle a la libertad… ¿A la gente de ciudad le sigue sorprendiendo y resultando “exótico” o extravagante este activismo tuyo?
¡Pues no lo sé…! Yo creo que sí que les tiene que resultar un poco exótico todavía.
Igual no lo comprenden desde el punto en que yo deseo transmitir, podría ser también.
Una de las causas que defiendes es que la gente joven desee volver al pueblo por una conexión emocional, que sienta que no se pierde nada si no vive en una gran capital
Sí. Me encantaría transmitir eso, que venir al pueblo no es una decisión individualista, como «sálvese quien pueda, ya no se puede vivir en la ciudad y solo por mi interés porque es un lugar más agradable para vivir»… Sino que venir al pueblo también es un acto de responsabilidad con los vecinos y darte cuenta que vienes a vivir en un lugar donde la vida de lo común es muy importante.
Y hay que venir con esa responsabilidad: venir al pueblo también es venir a cultivar, venir a tener animales y un espacio de tiempo reservado para estar con los vecinos…
Volver a participar de la comunidad
Eso es…
Aquí lo hacen también algunos músicos, como El Naán o Castora Herz…
Yo creo que ahora hay mucha gente que está haciendo este tipo de cosas desde otras perspectivas. Y es muy guay.
«Venir a vivir al pueblo no es un ‘sálvese quien pueda’, sino un acto de responsabilidad en la que la vida lo común es importante»
De toda tu trayectoria, reconocida con el Premio Nacional de las Músicas Actuales de 2023, me llama la atención ese momento en el que cambias la ESMUC por las pandereteiras. ¿Qué te hizo clic?
Bueno… Cómo una música mucho más popular, mucho más ligera en el sentido de que busca más la diversión que… Que no solamente va de exhibición de belleza, que también, sino que a la vez utiliza la diversión y utiliza mucho la picardía y la retranca para la comunicación. Y eso es lo que más me gustó, yo creo.
Me encanta que el humor se utilice todo el rato en la música tradicional, que esté súper presente.
En ‘Manual de Romería’ demuestras que la música tradicional es también inspiración para composiciones propias y no solo arreglos de temas recuperados del folk
Bueno, es algo que se lleva haciendo mucho tiempo, ¿eh? Al menos 150 años desde que empezó la zarzuela… Y llevó a la escena músicas populares o trozos de músicas populares para convertirlo en una propuesta de autoría. Entonces, se lleva haciendo muchísimos años en España y en otros sitios también. Así que no es algo nuevo, sino una continuación.
¿Quizá lo distintivo es explorar otras raíces, aparte del flamenco?
Eso también se hacía desde hace tiempo, pero no se le dio foco, no se supo llegar a trascender lo que es el ámbito del folk, que se llamó a partir de los 70 u 80. Porque esto se hacía durante el folk, pero se generó una tribu urbana que era ‘‘la gente que hacía folk’’. Y ahora la novedad es que posiblemente eso se esté trascendiendo y se esté viendo en otros entornos. Que se programe en festivales de música pop o de músicas populares urbanas o de otros estilos que no sean el folk.
Viajas por todo el mundo y con públicos muy diversos: ¿sigues alucinando cuando le cantas a un alemán, un mexicano o un japonés… Cómo ye?
(Ríe) ¡Es muy guay! Nosotros somos los mejores para contarnos a nosotros mismos. Y cuando les cuentas lo tuyo en tu idioma y tu forma de hablar, a la gente creo que les gusta más.
¿Y la puesta en escena, la entienden? ¿Qué es lo más curioso que has visto?
Sí, lo entienden y se divierten mucho… Pues no sé, no hay tanta diferencia respecto a los conciertos aquí… Hay una parte en la que pido un streapteasse y en Francia, por ejemplo, eso funciona súper bien, se desnudan muchísimo, me encanta…
Hablabas de los festivales, y del pueblo… Cuando a amigos de Barcelona o Madrid les hablamos del cartel, los precios y la comodidad del festival Palencia Sonora, alucinan. ¿Este tipo de festivales ponen de relieve que la cultura se mueve también por el campo?
La cultura no se mueve en función de la cantidad o el tamaño de los festivales que haya… Es más bien una cosa del día a día, más del invierno y menos de lo dedicado a que vengan de Madrid o Barcelona a flipar con lo barato que es (ríe). No es la forma de hacer que la cultura se mueva de una forma más periférica.
Lo es la producción propia: que se haga un festival así desde Palencia es lo destacable, el objetivo no tiene que ser mover a la gente de Madrid y Barcelona, porque entonces caes en que a ese público le parece súper barato, subes los precios… Y al final la gente que no puede acceder es la gente local. Y otra vez la pescadilla se muerde la cola.
Entonces, lo que creo que es transformador de verdad es que se generen cosas desde el lugar, desde lo local, y con foco en el público local.
Por aquí somos muy de romerías, ya lo sabes. Y el Palencia Sonora es un festival bastante romero… Iremos todos a la pradera del Parque del Sotillo a venerarte como patrono de la santa cultura rural, sacar la bota de vino y hacerte rogativas. ¿Nos recompensarás con lluvias y buenas cosechas?
¡Qué bien! (ríe). Hombre, claro que sí… ¡Os voy a regar con vino a todos!