Los viajes en grupo de esta experta en destino, bajo el sello Travel Karuna, se caracterizan por el respeto a las personas que visita y la convivencia con la naturaleza y cultura local
«Patricia, from Torquemada, is here again!» Rosyi, nacido en la isla de Java y casado con una balinesa, acaba de salir de su taxi para abrazar, sin dejar de sonreír, a Patricia Balbás. Su amistad se remonta años atrás: además de un chófer diligente y un acompañante de confianza en cualquier visita turística -es un negociador implacable cuando se trata de regatear-, este joven empresario indonesio es un admirador de la cultura española, que conoce perfectamente de la mano del turismo incipiente que acude a las islas más conocidas del archipiélago asiático, principalmente a Bali.
De hecho, es capaz de articular algunas frases en castellano: mientras espera en su taxi o atiende su negocio de artículos para mascotas, practica con la aplicación Duolingo. Un interés por la cultura española que comenzó, probablemente, cuando conoció a Patri, varios años atrás. Entonces no eran tantos los turistas europeos que acudían a la isla. Ella no solo lo llama cada vez, sino que se ha convertido en una amiga: le apoya si tiene dudas sobre cómo educar a sus hijos, le insiste en que la pequeña, de ocho años, debe estudiar y elegir su profesión.
Así, su lazo se ha fortalecido hasta el punto de que Rosyi es uno de los hombres de confianza de esta palentina viajera, con los que cuenta para dirigir sus grupos: Rosyi, Kadek, Putu y su esposa japonesa Mayuri, la directora de Yoga Barn en Ubud, o el hotel familiar a orillas del mar en Amed, desde el que se ve una preciosa puesta de sol enmarcada por el volcán Gunung Agung. Así, hasta toda una red de contactos y empresas de referencia desde Jimbarán hasta Labuan Bajo, desde Yakarta hasta Nussa Tengara, la isla principal del Parque Nacional de Komodo.
Patricia Balbás (Torquemada, 1975) colgó su trabajo como secretaria de alta dirección en una multinacional cuando cumplió cuarenta años. Necesitaba un cambio de vida: romper con el ciclo autodestructivo de estrés, hipoteca y sinsabores cotidianos. Pidió un año sabático, con el apoyo de su familia (los conocidos panaderos de La Consuelo, en su pueblo) y sacó un billete de ida a Sri-Lanka. “Solo llevaba una mochila de 10 kilos”, me contaría un tiempo después.
Sin embargo, yo sé que la aventura no era tan alocada como si la hubiera emprendido cualquier otra persona: Patri lleva viajando desde niña, cuando estudió un curso en Estados Unidos, o cuando se enroló en la tripulación de un crucero de lujo, recién estrenada la mayoría de edad, con el que dio la vuelta al mundo. Pero esa partida hacia Sri Lanka fue la que lo cambió todo: después de doce meses buscándose a sí misma en perdidas aldeas bañadas por el Índico, de pisar decenas de islas de varios países a ambos hemisferios, se dio cuenta de que nunca volvería a la oficina.
El viaje es, para ella, su verdadero hogar. Por eso, tras imbuirse en la filosofía del yoga de la mano de importantes maestros en la India e Indonesia y comenzar a tejer su red de amigos en ambos países, decidió reconducir su carrera y convertirse en guía de viajes en destino. Así creó su propia marca, Travel Karuna (www.travelkaruna.es, y su cuenta de Instagram, que ya cuenta con miles de seguidores), desde donde propone rutas para grupos reducidos de viajeros que buscan una experiencia diferente, en contacto con las comunidades locales. RESPETO Aunque la conozco desde hace años y he visto cómo de contentos han regresado los participantes en sus itinerarios por India, Indonesia, Filipinas o Brasil, no es hasta finales de 2023 cuando tengo ocasión de comprobarlo.
Esta vez no como periodista, ni siquiera como amiga, sino como viajera a su cargo en un grupo de una docena de personas. Yo me incorporo al viaje más tarde (las fechas de cierre de edición de PaCO me impiden conocer el volcán Bromo, en Java… Me debo a este hípster barbudo). Pero es allí cuando compruebo, de primera mano, que el éxito de los viajes de Travel Karuna no es la selección de lugares a visitar o actividades a realizar: es simplemente la misma razón por la que yo la quiero tanto. Su carisma. Patri se mueve por la pequeña isla Gili Air como si anduviera por las calles de Villamediana. La gente la saluda por su nombre, conversa con ella amigablemente. Pero eso puede llevar a engaño: si alguien trata de colarle un material de snorkel defectuoso o cobrarle más caro el menú de grupo, es tajante. Respeto y rigor son, quizá, las premisas irrenunciables que guían su viaje. Respeto por as personas que viven allí. Rigor por la calidad del servicio a sus viajeros.
Durante nuestra ruta de dos semanas (Bali, Gili Island, Labuan Bajo y tres días de navegación fondeando el mar de Flores y las islas de Komodo para bucear entre tortugas, peces de colores y manta rayas), nos cruzamos con numerosos viajeros españoles. Especialmente en Bali, un destino que está cogiendo enorme fama gracias a las redes sociales. Algunos de esos grupos, de hecho, están coordinados por influencers por cuyos vídeos he hecho scroll en alguna ocasión. Y noto la diferencia: todos ellos siguen la ruta habitual, pernoctan en hoteles internacionales o toman café en Starbucks.
Esa es la magia de Travel Karuna, comento con mis compañeros de grupo. Absolutamente todas nuestras comidas y cenas se hacen en puestos y restaurantes de pequeños empresarios locales. Al igual que los traslados o los hoteles, a veces más sencillos y otras, pequeños remansos de paz y descanso con lujosas infinity pools y cómodas suites. Pero todos ellos creados y regentados por familias indonesias que crecen al albor de esa incipiente industria turística.
as personas que viven allí. Rigor por la calidad del servicio a sus viajeros. Durante nuestra ruta de dos semanas (Bali, Gili Island, Labuan Bajo y tres días de navegación fondeando el mar de Flores y las islas de Komodo para bucear entre tortugas, peces de colores y manta rayas), nos cruzamos con numerosos viajeros españoles. Especialmente en Bali, un destino que está cogiendo enorme fama gracias a las redes sociales.
Algunos de esos grupos, de hecho, están coordinados por influencers por cuyos vídeos he hecho scroll en alguna ocasión. Y noto la diferencia: todos ellos siguen la ruta habitual, pernoctan en hoteles internacionales o toman café en Starbucks.
Esa es la magia de Travel Karuna, comento con mis compañeros de grupo. Absolutamente todas nuestras comidas y cenas se hacen en puestos y restaurantes de pequeños empresarios locales. Al igual que los traslados o los hoteles, a veces más sencillos y otras, pequeños remansos de paz y descanso con lujosas infinity pools y cómodas suites. Pero todos ellos creados y regentados por familias indonesias que crecen al albor de esa incipiente industria turística.
Kerala, en India, los monumentos, cascadas, volcanes y playas que Patricia incluye en su ruta no suelen ser los que aparecen en la Lonely Planet o en los post de Instagram de “Siete lugares de… que debes conocer”. De hecho, nuestro ritual de purificación del agua, una “turistada” habitual por la que pasamos los guiris en la isla de los Dioses, no tiene lugar en el concurrido Ubud ni en los templos masificados donde paran las rutas internacionales, sino en una aldea cuyo nombre ni siquiera anoté, a la que nos llevó Rosyi con su taxi y que nos descubrió Putu, experto guía local siempre cámara en mano (@BaliTabi).
Me doy cuenta de que pocos extranjeros pisan este templo habitualmente y tengo el orgullo, pero también la responsabilidad, de preservar su autenticidad. De no corromper su virtud. Y eso nos permite conversar con sus monjes, observar en silencio lo importante que es para los balineses su rutina de higiene espiritual, tan olvidada para nosotros… Siempre sucios por dentro. Es lo que Patri quería enseñarnos y, sin duda, lo consigue. Como lo hace también cuando elige qué arrecifes son mejores para practicar snorkel o qué centro de buceo es más seguro si queremos descender con bombona a más de 12 metros de profundidad en aguas correntosas.
Cada mañana, Patri nos pregunta cómo nos sentimos. Porque si alguien quiere cambiar de plan, o no tiene muchas fuerzas para una ruta senderista a través de las cascadas de Munduk, siempre va a haber alternativa, tanto individual como colectiva. Consigue, con ese carisma que conozco tan bien desde que éramos niñas, que todas las personas, hasta ahora completas desconocidas, establezcan un vínculo de comunidad, a menudo también de amistad que sobrevivirá al viaje en cuestión. Adapta la ruta a los gustos de quienes se inscriben, pero también a la edad y condición física (¡ojo, son grandes destinos tanto para jóvenes aventureros como para audaces jubilados!). Esta última Semana Santa, por ejemplo, dejó tiempo suficiente para que los participantes se sacaran el título de buceo internacional Open Water en aguas plagadas de manta rayas.
Pero sobre todo, siempre deja espacio para la conversación con nuestros verdaderos anfitriones: hombres y mujeres siempre sonrientes, atentos, dispuestos a agradar y a servir con diligencia a esos viajeros extranjeros que a menudo ensucian, molestan y contestan con poca educación y aire de superioridad. Naturaleza, patrimonio, cultura local y actividades deportivas suaves (ya sean rutas, snorkel o buceo) están siempre presentes en su agenda de viaje. Pero, sobre todo, está presente ese cuidado emocional constante que hace que, sin darte cuenta, el viaje con Travel Karuna te vaya cambiando por dentro. Recoloca los engranajes que traías oxidados de tu rutina europea, como lo hizo ella cuando decidió convertir el mundo entero en su hogar.