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El Segundo entrenador del Colina Clinic Palencia hace balance de la temporada en la que el equipo ha quedado en tercera posición. Destaca la “reacción y adaptación” del equipo sobreponiéndose a todas las adversidades y complicaciones

La temporada acaba de finalizar y el Colina Clinic Palencia ha quedado en tercera posición. ¿Cómo calificarías el trabajo general del equipo este año?
Ha sido una temporada en la que se recuperaba el formato de la liga norte prepandemia, con un número de partidos mayor divididos en cuatro fases. Este formato provoca un número pequeño de jornadas de descanso que, si bien antes era incluso demasiado excesivo para mantener el nivel competitivo, en nuestro caso ha supuesto un hándicap añadido inesperado.

Si bien partíamos con una plantilla muy solvente y de mucha experiencia, que venía de ser campeona el año pasado, la temporada ha sido aciaga en el aspecto de las bajas, tanto por lesiones como por el hecho de que ha habido jugadores que por motivos laborales tuvieron que abandonar la disciplina del equipo durante algunas fases del campeonato. El mayor número de partidos con pocas jornadas de recuperación y las bajas acumuladas han provocado unos condicionantes en la gestión y el trabajo de la plantilla que no esperábamos cuando comenzamos. Pero la reacción y adaptación del equipo ha sido excepcional, sobreponiéndose a todas las adversidades y complicaciones que hemos tenido este año. Y aquí incluyo no sólo a jugadores, sino el trabajo realizado por el staff técnico y el equipo médico y fisio… ¡Este año les ha tocado trabajo extra a todos!

¿Y cuáles son los retos más importantes a los que habéis tenido que hacer frente?
En las dos primeras fases, entre los equipos castellanos y leoneses, nosotros éramos los vigentes campeones, lo cual daba un aliciente especial a los viejos conocidos a los que nos hemos enfrentado. En añadido, algunos de ellos han dado un paso al frente de calidad en esta temporada. Si a esto añadimos los problemas que he mencionado anteriormente, nos hemos encontrado con una sucesión de partidos en los que ninguno resultó ser fácil.

Finalmente conseguimos el acceso a la siguiente fase, en la que nos enfrentaríamos no sólo a los dos únicos equipos que nos habían batido hasta ese momento (el histórico VRAC vallisoletano y el Aranda RC, al menos para mí el equipo que más y mejor ha evolucionado en estos últimos años), sino también a los equipos que habían conseguido el pase en la liga cántabro-asturiana.

¿Cuál crees que ha sido la clave para haber llegado a disputar las semifinales de la Liga Norte Asisa?
Tal cual se ha desarrollado la temporada, el ser capaces de ir solventando el manido partido a partido con los altibajos que hemos tenido no ha resultado, ni mucho menos, sencillo. Esto incluye el sobreponernos a alguna derrota inesperada que nos dejaba en la cuerda floja, como las que tuvimos en los dos desplazamientos a Cantabria, de los que nos volvimos pudiendo arañar dos puntos de bono defensivo como única renta.

En definitiva, ha sido una temporada en la que todos los partidos, sin excepción, han resultado ser de los de personalidad y carácter. Afortunadamente estas dos características no les faltan a nuestros chicos, que han competido a cara de perro pese a las circunstancias: sin duda, esta ha sido la clave para conseguir el objetivo que nos habíamos planteado, acceder a las semifinales de la liga norte.

Y para que haya resultados en el campo es importante la cohesión entre los jugadores. ¿Cómo describirías el ambiente dentro del equipo durante la temporada?
La base de la plantilla viene ya muchos años compartiendo “batallas”. La llegada paulatina de las nuevas generaciones encuentra en ellos un fondo fantástico para integrarse y desarrollarse. El ambiente del equipo ha sido excepcional. Sin ese ambiente y unión hubiese resultado imposible llegar y mantener el nivel competitivo en una temporada tan difícil.

¿Ha habido algún partido que recuerdes como más destacado?
La victoria a comienzo de la tercera fase frente al VRAC hizo que diésemos un paso importante en la consecución de nuestros objetivos. Pero creo que fue el partido, también en tercera fase, frente a Aranda, en su casa, el que más nos marcó e hizo que finalmente diésemos ese saltito moral definitivo que necesitábamos. Partido de vieja usanza, durísimo, jugado y peleado hasta la extenuación sobre un fondo de barro, toma y daca frente a un equipazo que parecía habernos adelantado en esta campaña. Sacamos un empate con unos condicionantes absolutamente adversos que tuvieron sabor a victoria. Fue uno de esos partidos en los que el marcador quizá no fue lo más importante, sino que lo fue el recuperar las sensaciones, el volver a sentirnos competitivos bajo cualquier circunstancia.

La semifinal frente al Cormorán, equipo a la postre campeón con pleno de victorias en la temporada, también fue de los que se nos quedarán en la memoria. Supimos competir frente a un equipo de mayor base y presupuesto, con una plantilla, nivel y aspiraciones concebidos para retornar en breve a la élite del rugby español. Perdimos, sí, pero estuvimos ahí, hasta el último minuto, nos quedamos a un pequeño pasito de volvernos con la victoria. Fue uno de esos partidos que te dejan con sabor agridulce, pero que van marcando el carácter y la historia de un club.

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