La Cafetería Robles de Saldaña lleva casi 40 años organizando este popular juego de azar con unas reglas distintas al común de la provincia

Es algo consustancial a nuestra Semana Santa. Como sacar a la Virgen de la Macarena en Sevilla o comer torrijas. Hayan jugado o no, la gente conoce que en Castilla y León y, concretamente, en Palencia, es muy habitual jugar a “las chapas” o a “las charpas”, como también se conoce en otros puntos de nuestra geografía.

Caras o lises. Una apuesta y probar suerte. Esos son los ingredientes de este popular juego de azar, para el cual es necesario obtener licencia por parte de la Junta de Castilla y León, ya que se realiza dentro de los establecimientos.

A jugarse los ‘cuartos’ a caras y lises en 13 localidades de Palencia

En la localidad de Saldaña cuentan con orgullo que es el único lugar de la provincia donde se juega a las chapas de una manera muy particular. La Cafetería Robles del municipio de la Vega-Valdavia lleva en funcionamiento desde hace casi 45 años. De todos ellos, casi 40 se lleva jugando a las chapas por Semana Santa con la regla de las “tres caras”.

A diferencia de otros lugares, donde la gente que va a caras o a lises, puede levantar la apuesta lograda, el que va a caras solo puede recuperar la ganancia cuando saca tres caras, lo que también es algo muy lucrativo para el afortunado, porque multiplica por ocho su premio.

Aunque parece algo complicado, el mecanismo es sencillo para aquellos que llevan tiempo jugando. Manuel Robles, “Manoli”, es el gerente de la Cafetería Robles. Ya sabe que a partir de este jueves va a dormir poco, porque las chapas son una buena excusa para pasar unos días de fiesta y diversión en torno a este popular juego.

Chapas Semana Santa en Saldaña
Manuel Robles, “Manoli”, muy pendiente de la organización de uno de “los corros”

Aunque reconoce que la popularidad “va bajando” con el paso de los años, los días jueves, viernes y sábado, que es cuando los establecimientos tienen permiso para que se practique este juego, los “corros”, que es como se conoce a la liturgia donde se desarrollan las partidas, estarán llenos de gente, sobre todo de visitantes que acuden al pueblo por Semana Santa.

La gracia del juego consiste en “la emoción” que se genera en las apuestas. “Muchas veces se unen varios matrimonios y ponen una apuesta para tirar. A veces recuperan y otras lo pierden, pero como con nuestras reglas tienen que que sacar tres caras, el que consigue ganar, multiplica por ocho la cantidad”, explica “Manoli”.

En las chapas, los responsables del “corro” tienen una importante labor para que todo se desarrolle con normalidad. Además de dos personas organizando y pendientes de los dineros que se juegan, resultan igual de importante las figuras de los “garites”, que se encargan de enseñar a los más novicios cómo tirar “las perras”, es decir, las monedas que deciden las apuestas.

Estos crupiers de “las chapas” no solo estarán pendientes de que se juegue como es debido, sino también de que no haya ninguna trampa. ¡Ay del bar en el que se encuentren perras con dos caras! Igual le sacan al dueño crucificado en la procesión del día siguiente.

Afortunadamente, “Manoli” recuerda que durante años nunca han sufrido ningún problema y que el juego se desarrolla con normalidad entre las gentes que se reúnen en torno a “los corros”.

Las chapas es un momento de encuentro, incluso entre los propios vecinos del pueblo que, fieles a la tradición, acuden a su bar de siempre y ocupan sus lugares de siempre para vivir estos días en comunidad. Algunos no son asiduos a los juegos de azar, ni siquiera a la Lotería Nacional, pero ahorran durante el año para pasar un buen rato jugando a “las chapas”.

En jornadas como éstas no faltan las anécdotas. “Manoli” recuerda con cariño la ocasión en que un jugador se levantó más de tres millones de las antiguas pesetas: “Invitó a todo el bar a bebidas y tabaco, se dejó gran parte del premio en el propio bar. Fue muy emocionante”.

Así que, si alguno siente la curiosidad por descubrir cómo es “jugar a las chapas”, solo tiene que buscar los bares de su barrio o de su pueblo donde, en lugar de vivir su particular vigilia pascual, pasarán largas horas jugándose los cuartos a caras o a lises.

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